Crítica Whiplash (2014)
Crítica Whiplash
El joven guionista y director Damien Chazelle de apenas 30 años recién cumplidos se ha convertido en una de las sensaciones del cine actual con su película Whiplash. La película cuenta con 5 nominaciones a los Oscar.
Whiplash es una historia muy actual sobre la superación, el esfuerzo máximo, y la competitividad máxima para lograr los objetivos marcados por esta sociedad que nos entrena desde pequeños a competir. Whiplash lo lleva al extremo. Si es necesario, abandona cualquier relación sentimental que pueda ser incompatible con la consecución de tus objetivos. Los sentimientos estorban.
Si alguien puede saber de superación ese es precisamente el propio director Damien Chazelle que consiguió financiar la película Whiplash tras presentar el corto de la misma en el Festival de Sundance de 2013, obteniendo buenas críticas y 3.3 millones de dolares que le han valido para realizar el largometraje. Para el corto inicial Chazelle contó en el papel de profesor con J.K. Simmons y en el de alumno con Johnny Simmons.
El profesor Terence Fletcher, algo así como el sargento de la chaqueta metálica aplicado a la música, es un temible maestro de jazz que interpreta de manera sobresaliente J.K. Simmons. Fletcher tiene claro que el genio no nace, se hace, a base de esfuerzo, horas de entrenamiento, sacrificio, y golpes si es necesario. En el papel del obstinado alumno Andrew Neiman tenemos a Miles Teller, interpretando a un joven baterista de jazz que tiene la fortuna o desgracia de asistir a una de las mejores escuelas de música del país pero que esta bajo la tutela del maestro Fletcher.
Pese al temor que me generaba una película más sobre las problemáticas relaciones entre profesor y alumno, Chazelle ha sabido darle un toque diferente con unos diálogos duros, miradas frías y un ritmo frenético a golpe de baqueta. La química entre Simmons y Teller es total, se transmiten todo con la mirada y desde la primera secuencia apreciamos que estamos ante un profesor directo que no se anda con rodeos y un alumno que tiene claro que quiere ser el mejor por encima de todo.
J.K. Simmons borda este tipo de papeles como ya demostró interpretando al histérico director de revista J. Jonah Jameson en la Spiderman de Sam Raimi. Algunos también le reconocerán por ser el padre de Juno.
Por ponerle algún pero diremos que podemos apreciar una pequeña exageración en los métodos didácticos del profesor, poco creíbles, no creo que un jazzman se forje a base de guantazos y ejercicios de repetición, sino más bien de improvisación.
Podemos afirmar que los pilares sobre los que se sostenta Whiplash (aunque no los únicos) son principalmente el gran duelo interpretativo que nos dejan estos dos grandes actores que lo llevan a tal extremo, que se sale de lo profesional y entra en lo personal. Obviamente el otro pilar es la excelente música, casi me voy a comprar una batería. Afortunadamente no ha sido así.
Whiplash me atrapa desde el principio con su tempo y no desentona en casi ningún momento para lanzarte a un clímax final que creo el tiempo dejará en su lugar entre la historia del cine. Es cierto que noté un pequeño altibajo antes del clímax final en el cual desconecté un poco pero que rápidamente vuelves a reengancharte ante una escena final tan soberbia.
Es altamente recomendable tanto para los amantes de la música como del cine bien hecho. El montaje y sonido que realiza el director son de una calidad excelente. Whiplash tiene una estructura narrativa firme que avanza a golpe de batería hasta un solo final eterno que nos dejará en éxtasis y pondremos los aplausos que el director dejo para que rellenáramos.